Mirando la foto aérea del Riachuelo, hermosa víbora de agua que repta nuestra planicie hacia el mar dulce, imaginamos el futuro con ansiosas expectativas, interrogantes manchados de aceites y dólares blu, respuestas esquivas al interés popular...
¿Qué harán en las orillas, a lo largo de los caminos de sirga de toda la cuenca? ¿Será un negocio más para beneficio de los desarrolladores inmobiliarios (subterfugio lingüistico para denominar a la rapiña de tierras y haciendas) o habrá margen para la concreción de un pedacito de PROYECTO VIVO para la producción, el trabajo, el transporte y el turismo?
¿Podremos unir el aeropuerto de Ezeiza con La Boca via fluvial, con pasajeros y valijas descendiendo de las lanchas?
¿Veremos las barcazas transportando los contenedores de basura evitando la polución de miles de camiones?
¿Pasarán los barcos con frutas y hortalizas desde el Mercado Central hasta La Plata, Avellaneda o Retiro, coloreando el Riachuelo?
¿Volveremos a ver los obreros, estudiantes, empleados, médicos y artistas en las estaciones fluviales como un cuadro de Quinquela Martín del siglo XXI?
¿Cruzarán los puentes que unan provincia y capital los abuelos y sus nietos saludando a los remeros en las mañanas?
¿O todo será un sueño, y tarde o temprano Puerto Madero extenderá sus tentáculos neoliberales para desplazar a los negritos y llenar de yates los mejores lugares del río?
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