INTERVENCIÓN DE
PEDRO KESSELMAN
EN LA JORNADA SOBRE "BUENOS AIRES
EN EMERGENCIA",
2 OCTUBRE 2012,
EN EL SALÓN MONTEVIDEO
DE LA LEGISLATURA
DE LA CIUDAD
DE BUENOS AIRES.
El 13 de julio de 1993, el arquitecto José Francisco Liernur escribía en "Clarín", y calificaba a Buenos Aires como medieval, advirtiendo que los espacios públicos de la Ciudad estaban librados al poder del más fuerte y eran un gran bocado inmobiliario. Agregaba que el escenario urbano, de donde también se retiró el Estado, hace que la ciudad vuelva a un estado de neomedioevalismo: la mayoría de los ciudadanos ve cada vez más restringidos los espacios públicos, que ahora se reservan para uso exclusivo de los que tienen dinero. El día anterior, en el mismo diario "Clarín", Patricia Kolesnikov titulaba su artículo "Palermo prohibido". Denunciaba que clubes y grupos privados estaban ocupando los escasos espacios verdes y públicos que aún quedaban en el clásico paseo. Y que debía pagarse rigurosamente por el uso de espacios que antes habían sido disfrutados en libertad.
A diecinueve años de estas notas, la realidad nos dice que ambas descripciones y pronósticos de los problemas urbanos no sólo se vieron confirmados, sino que esos problemas se han profundizado y consolidado. Los negocios privados con los espacios y las tierras públicas son hoy noticia cotidiana, motivo de anuncios espectaculares y causa de protestas cada vez mas numerosas y organizadas de los ciudadanos y ciudadanas que nos resistimos a que Buenos Aires, y todo el area metropolitana, sean caóticas aglomeraciones, plagadas de torres, shoppings y estadios, sin planificación alguna y sólo surgidas de la temible combinación de "Desarrolladores urbanos", eufemismo destinado a barnizar a esos tiburones que son los especuladores inmobiliarios, y funcionarios y políticos para los cuales la tierra y los espacios públicos son vacíos destinados a ser llenados con cualquier cosa que genere lucro. Ello sin importar el deterioro de la calidad de vida del pueblo.
Hace pocos días, el 1º de septiembre de 2012, Javier Lewkowicz escribía en "Página 12" que "el suelo es una mercancía escasa, cuyo precio se forma a partir de la renta que genera, que a su vez depende del tipo de actividad que allí se instala. La tierra urbana tiene un valor diez veces mayor que la tierra rural". Y agregaba:"Con ese panorama, es comprensible la lógica especulativa con el terreno ocioso". Como en la ciudad queda poco "terreno ocioso", los "desarrolladores" consideran tal el de edificaciones cuya ubicación y medidas permiten su destrucción para levantar allí enormes construcciones, por cierto dedicadas esencialmente a la especulación, ya que buena parte de las mismas se hallan desocupadas. Y también se consideran "terrenos ociosos" a las plazas, parques y tierras del Estado, nacional o local, por lo que estiman que bien se pueden utilizar los mismos para estacionamientos, comederos, shoppings y mas torres.
Así advertimos que en la Ciudad, como en un movimiento de pinzas, los estados nacional y de la ciudad confluyen para destinar los pocos espacios verdes, públicos, a emprendimientos que están dirigidos a incrementar el lucro de los talibanes del negocio inmobiliario, llámense Elsztain, Constantini, Caputo o el que ustedes identifiquen.
El macrismo, una suerte de sociedad anónima mercantil con forma de partido político, lleva en sus genes ser el agente gubernamental de los negocios especulativos inmobiliarios. Lo confesaba paladinamente el ministro de Desarrollo Urbano Daniel Chain en "La Nación" del 16 de septiembre de 2012:"No es cierto que no hay terrenos. Buenos Aires podría construir mas de una ciudad en su territorio, mas de lo que está construído...Podrías hacer tres millones de casas o departamentos de 100 metros. Hoy se construyen por año dos millones de metros cuadrados en promedio. Es decir, podrías construir a ese ritmo durante 150 años".
Podíamos esperar, es decir, tener esperanzas, que el gobierno nacional opusiera a esta suerte de dogma de fe de Chain, una visión humana, social y racional del uso de la tierra y los espacios públicos de la ciudad. Podíamos esperar, tener esperanzas, que, a diferencia del macrismo, que avanza en pos de llegar a la meta digna del libro Guiness que sueña, o delira, Chain, el gobierno nacional convocara a las ciudadanía a debatir qué ciudad queremos, qué ciudad es la que nos contiene y nos cobija.
Lamentablemente, no ha sido así. Por su parte, el gobierno de la ciudad insiste con sus proyectos de comederos en plazas y parques, estacionamientos construídos a cielo abierto en parques y plazas, en concesionar y privatizar los lugares públicos, en demoler manzanas para abrir avenidas, en desalojar hospitales para construir "centros cívicos", y abrir allí espacios para mas torres y construcciones privadas, en permitir que en tierras que fueron cedidas para clubes se construyan finalmente once torres de mas de 100 metros de altura, mas shoppings y centros comerciales, y en avanzar sobre la reserva ecológica de la Costanera Sur, entre otros negocios.
Pero el gobierno nacional dobla la apuesta, y en una suerte de respuesta en espejo, dicta el decreto 1382/2012, que crea la Agencia de Administración de Bienes del Estado, organismo descentralizado con amplísimas facultades, entre las que se cuentan realizar actos de disposición y administración de todos los bienes del Estado nacional, por supuesto mencionando la "previa autorización pertinente conforme la normativa vigente".
A esto siguieron los decretos 1527 y 1528/2012. Normas que fomentan la actividad audiovisual en la isla Demarchi, pero que ocultaron que tras esos decretos, la flamante Administración le transfería a la ANSES las tierras de la isla Demarchi para "desarrollar inversiones inmobiliarias y comerciales por mas de 150 millones de dólares", según informa "Pägina 12" del 30 de agosto de 2012. Y se forma una sociedad anónima con el 99% del capital de la ANSES y el 1% de la Secretaría de Política Económica, participaciones accionarias que, paulatinamente, se irán transfiriendo a los especuladores inmobiliarios. Invitados iniciales: Elsztain y Constantini.
Informa también "Página 12" del 2 de octubre de 2012, que la capacidad constructiva de la Isla Demarchi es de 225.000 m2. De este total, 18.000 m2 serán destinados a sets de filmación, 10.000 m2 a espacios educativos, 5.000 m2 a canales de televisión y 11.000 m2 a sectores institucionales (INCAA, por ejemplo). Es decir, 44.000 m2 para el polo audiovisual propiamente dicho, el 19.5% del total. El 80,5 % de la isla, 181.000 m2, será para los negocios de los "desarrolladores inmobiliarios".
El 20 de septiembre de 2012 se dictó el decreto 1723/2012, por el cual los Terrenos ferroviarios de Palermo, Liniers y Caballito serán destinados al "desarrollo de proyectos integrales de urbanización y/o inmobiliarios", con la pertinente invitación al Gobierno de la Ciudad para integrar el comité de evaluación de proyectos. Chain y Lostri pueden considerarse comprendidos.
Creo que estas políticas llevan a concluir que en esta materia, las diferencias entre ambos gobiernos, el nacional y el local, parece ser no el QUÉ se hace, sino el QUIEN lo hace. Quien toma las medidas trascendentes que, en definitiva, favorecen cada vez mas a la especulación inmobiliaria, sin resolver el déficit habitacional y la expulsión del ámbito urbano de los sectores más pobres, agravando además el caos generado por la jungla de cemento. Y se avanza en consolidar lo que Leopoldo Portnoy llamaba "la ciudad de los otros", ajena a sus ciudadanos. Decía Portnoy: "La primera tarea del ordenamiento urbano será de orden político. Los habitantes de la ciudad deben abrazar el destino de la misma y conducirla por el camino de cambio. Si se mantiene el juego de intereses, vocaciones dispersas y la acción de grupos de presión, la ciudad continuará con su degradación". Por ello, los cambios que necesitamos, deseamos y proponemos, a partir de entender que estamos ante una emergencia urbano ambiental, nada tienen que ver con estos proyectos propios del city marketing neoliberal de los años 90.
PEDRO J. KESSELMAN
abogado
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Muy buenoo!!!
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