viernes, 6 de enero de 2012

CASA SUIZA EN PELIGRO









Ni Gardel, Patricio Rey y los Redonditos de Ricota, Sandro y medio siglo de carnaval afroargentino juntos pueden frenar la topadora que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires conduce sobre su patrimonio cultural e histórico.

Es que la Casa Suiza, sede de diversas manifestaciones artísticas y resistencias políticas, comenzó a ser destruida desde hace cuatro meses y se prevé su inminente demolición para llevar adelante un emprendimiento comercial de oficinas y tres niveles de subsuelo de cocheras.

Poco le importa al Ejecutivo porteño que el edificio, fundado en 1861 y ubicado en Rodríguez Peña 254, tenga una doble protección legal. Por un lado, la Legislatura lo declaró “Bien Integrante del Patrimonio Cultural de la Ciudad” a través de la ley 2.959 que preserva “el pórtico de ingreso, las arañas de cristal, el archivo histórico con los antecedentes familiares y demás documentos de inmigrantes suizos”.

“Cuando se protege un teatro no hace falta aclarar que se protegen las butacas y el escenario, está claro que todo es necesario. Esta ley es particular porque protege algunos sectores y otros no, que es de lo que se agarran quienes ahora quieren construir”, explicó el defensor Adjunto del Pueblo de la Ciudad, Gerardo Gómez Coronado.

Sin embargo, la normativa sí hace referencia al uso que se le tiene que dar al lugar. En ese marco, la Defensoría mandó oficios a los Ministerios de Desarrollo Urbano y de Cultura. La primera cartera respondió haciendo una fría interpretación de la ley prometiendo cuidar todo lo que indica, aunque, según detalló Gómez Coronado, ya permitieron el traslado del pórtico de ingreso a otra zona. Cultura, autoridad de aplicación que debe encargarse que se mantenga la realización de actividades afines al área, prefirió el silencio.

Por otro lado, todo predio construido antes de 1941 debe tener una aprobación especial para ser demolido o reformado. Esto rige desde 2007, y pese a que el macrismo intentó no renovar la ley a fin de año, un amparo de seis ONG (con los abogados patrocinantes Jonatan Baldiviezo, Sebastián Pilo y Enrique Viale) logró que el sistema siga vigente.

El problema es que el visto bueno lo da el Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales (CAAP), un ente cuestionado que, como recuerda una nota reciente de Sergio Kiernan en Página 12, “en estos cuatro años recibió 5242 pedidos de demolición, liberó 4253 y recomendó a la Legislatura que catalogara apenas 989 edificios”. Es decir, sólo infló un salvavidas en el 20 por ciento de los casos que analizó.

“Cuando los argentinos viajamos a Europa nos enorgullecemos de haber visto las ruinas y los lugares históricos. Pero acá toda la historia se está demoliendo, como ocurrió hace pocos días con la casa donde vivió Alfonsina Storni”, explicó Carlos Lamadrid, secretario de Misibamba, una asociación de la Comunidad Afroargentina, que hoy (viernes 6/1) está realizando una protesta en defensa del edificio.

“Quienes integran en su mayoría el CAAP abordan el tema desde un punto de vista técnico y en parte está bien. Pero falta una mirada cultural e identitaria. Si hay dudas sobre si Alfonsina Storni vivió en esa casa, demuelen. Pero para nosotros, si los vecinos dicen que vivió allí, eso ya tiene relevancia. No deja de ser un lugar emblemático para crear identidad”, sostuvo el Defensor Adjunto del Pueblo de la Ciudad.

Además del valor cultural, la Casa Suiza tiene riqueza política: durante la dictadura su sótano fue refugio de algunas Madres de Plaza de Mayo y ya en democracia fue sede de la creación de partidos políticos, campañas electorales y actos gremiales. Hoy el edificio está abandonado y los miembros de la Sociedad Filantrópica Suiza lo habrían vendido a cambio de algunos pisos en el nueva construcción.


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Pero los vecinos se resisten a perder una parte del patrimonio del barrio. Es el caso de Laura Driau, que no pudo contactarse con el ex legislador del PRO Patricio Di Stefano, entonces presidente de la Comisión de Patrimonio, pero obtuvo la promesa de su asesor Luis Gómez de que no iba a ocurrir nada. Fue el diputado porteño Francisco Nenna, de Encuentro Popular para la Victoria, quien recibió la inquietud y presentó a través de su equipo legal un amparo para frenar la demolición.

Driau explicó que el fundamento principal del recurso es que la ley 2.959 que protege a la Casa Suiza no fue cumplida. Además denunció importantes irregularidades como que el desmantelamiento del edificio comenzó sin cartel de obra y que se permitió el robo de elementos de valor que había en el interior de la sede.

Con antecedentes fatales recientes como el derrumbe del edificio de la calle Bartolomé Mitre o del gimnasio en Villa Urquiza, Driau también expresó que “hay preocupación” por el pozo previsto para los tres niveles de subsuelo de estacionamientos. “La estructura de los edificios linderos son antiguos y no se hacen estudios de suelo”, agregó.



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Obra de drama. La Casa Suiza tiene una sala teatral, que por ley nacional sólo puede ser reemplazada por otra de misma o mayor capacidad. El problema es documentar que el teatro era una de las actividades principales del lugar y, aún así, ello no impide que se puedan construir oficinas arriba de la sala.


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Candombe afroargentino para salvar la Casa Suiza

La Asociación Misibamba invitó a participar de un encuentro de candombe en defensa de la Casa Suiza. Es hoy (viernes 6/1), el día del Santo Rey Baltazar, patrono de los afroargentinos, a las 17 en Rodríguez Peña 254.

Para la comunidad afroargentina el edificio tiene un alto valor cultural porque desde fines de la década del ’20 hasta 1978 fue alquilado por el Shimmy Club, una asociación del tronco colonial para realizar sus bailes de carnaval, los cuales duraban 8 noches.

“La idea es reunir a la mayor cantidad de personas que participaron de esos encuentros para arengar a que las autoridades de-tengan la demolición. Vamos a hacer candombe afroporteño para rescatar el valor patrimonial del edificio”, dijo el secretario de la asociación, Carlos Lamadrid.

Según Misibamba, la Casa Suiza es uno de los últimos baluarte material e inmaterial de la ciudad vinculado a la cultura afroargentina del tronco colonial, grupo no sólo preexistente a la nación argentina sino presente desde la misma fundación de Buenos Aires.



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