jueves, 17 de junio de 2021

Martín Miguel de GüEMES, Patriota Inmortal


 

    "Voy a dejarlos, pero me voy tranquilo, porque se que tras de mi quedan ustedes, que sabrán defender la patria con el valor del que han dado pruebas”
Güemes... antes de morir

 



Descansa mi patria
Nadie hollará tu confín
Porque velan noche y día
Los gauchos de don Martín
 
En la frontera de Salta
No hay ejército, señor
Los guerrilleros se bastan
Pa' pararlo al invasor
 
Changos, mujeres y viejas
De todos la guerra es
Si el godo matase a uno
De tierra aparecen diez
 
Los godos vienen bajando
De Humahuaca hasta Jujuy
Dejen que vengan paisanos
Que Güemes espera aquí
 
Salteña color canela
En pelo el tarco azul
Parece una escarapela
 
Cuando Güemes va a la guerra
Su hermana lleva un arcón
Para su espada, sus balas
Y sus cosas de varón
 
En Salta nació la patria
En Jujuy comienza a andar
Montada y con guardamontes
Ninguno la ha de voltear
 
Campanas de alarma
Anuncian revolución
Quién pondrá grillos al alma
De un pueblo en insurrección
 
La frontera ya está en llamas
Y desde el Alto Perú
Corre sangre americana
Hacia las pampas del sur
 
Los bailes que mí me gustan
No los bailo en la ciudad
Los bailo mientras me duran
Las salas para tirar
 
En Tilcara y Pumamarca
Y también en Maimará
Escrito está con mi marca
Ningún godo pasará
 
 
 
 
♦ 
 

El mismo 25 de mayo los bacanes insurrectos de Buenos Aires se adueñaron con exclusividad de los ingresos de la Aduana, los únicos significativos que entonces ingresaban a las arcas de la colonia del Río de la Plata, y sustituyeron a los funcionarios virreinales, jerarcas eclesiásticos y comerciantes españoles en el poder político sin profundizar las reformas sociales que las circunstancias hubiesen permitido. Además dicha acción también les permitía controlar las economías provinciales al decidir los impuestos a pagar por las mercaderías que entraban y salían, condenando a la ruina a las artesanales industrias del interior.
 
Ello transformó a Mayo en no mucho más que un cambio de cúpula gobernante , la clase alta española por la criolla. Como en toda revolución que se precie de tal los miembros de la pequeña burguesía que participaron se cuidaron bien de que la insurrección no fuera tan lejos como para amenazar sus privilegios.
 
Fue claro para los sectores populares, sobre todo provinciales, que el simple reemplazo del amo español por el amo porteño no cambiaría las miserables condiciones de vida a que las condenaba el feudalismo, cualquiera fuese su nacionalidad. La hasta entonces capital del Virreinato, ahora de las llamadas Provincias Unidas del Río de la Plata, se arrogaba también el derecho a nombrar gobernadores, funcionarios, jueces, y legisladores en las provincias, castigando rebeldías con el envío de fuerzas militares.
 
La inevitable indignación de las provincias derivó en una guerra civil teñida de cruenta lucha de clases entre los sectores dominantes del puerto, dueños de los recursos económicos y de la relación con Gran Bretaña, aliados con las oligarquías provinciales, enfrentados con las masas populares conducidas por jefes surgidos espontáneamente por su carisma, por su coraje, por su lealtad a los intereses de las clases bajas: los caudillos.
 

Entre dichos jefes populares se destacó el salteño Martin Miguel de Güemes, quien puso en evidencia que la guerra independentista contra España era también la guerra contra Buenos Aires, más aún era la guerra contra la explotación feudal del pueblo bajo de gauchos, afrodescendientes, indígenas, condenados a la servitud esclavizante. He aquí la razón por la que en nuestro noroeste los sectores populares se comprometieron con la revuelta política en cuanto ésta prometía también el cambio social. Recordar el discurso de Castelli en Tiahuanaco.
 
Si bien los caudillos del Litoral coincidieron con el salteño en su representación popular también los diferenció que a su reivindicación se añadía también el reclamo del derecho de sus puertos orientales, entrerrianos, correntinos y santafesinos de comerciar libremente con otros países, actividad que Buenos Aires ejercía en una exclusividad custodiada con las armas.
 
En Güemes, en cambio, las motivaciones eran esencialmente ideológicas, lo movía su patriótica inquina con las clases feudales de su Salta, que asociada con un clero retardatario consideraba propio de sus status la explotación inhumana de sus trabajadores, calco de conquistadores y colonizadores españoles, a lo que agregaba su renuencia a considerar propia la lucha por la independencia. En la que no estaban interesados pues ella interfería con su secular comercio con las ciudades altoperuanas como Cuzco y Potosí, ahora cortado por las acciones bélicas entre realistas y patriotas,
 
La opinión del caudillo salteño sobre los "decentes" de su provincia está clara en su proclama del 23 de febrero de 1815: "Neutrales y egoístas: vosotros sois mucho más criminales que los enemigos declarados, como verdugos dispuestos a servir al vencedor de esta lid. Sois unos fiscales encapados y unos zorros pérfidos en quienes se ve extinguida la caridad, la religión, el honor y la luz de la justicia”.
 

A pesar de venir de esa misma clase holgada su compromiso vital fue con los humildes , y sabido es que la traición de clase es un gravísimo pecado a castigar. Además su vocación de justicia social hizo que cuando fue elegido gobernador por el voto popular, desconociendo las instrucciones contrarias de Buenos Aires, dictó medidas que favorecieron al pobrerío gaucho e indígena, como fue el caso de una reforma agraria en que se repartieron entre los humildes tierras incautadas a españoles y a “malos americanos” contrarios o indiferentes al movimiento libertario. También liberó del pago de arriendos a los incorporados a la guerrilla patriota.
 
Practicando lo que A. Shumway definió acertadamente como “radicalismo populista” el jefe salteño sustituyó el concepto de propiedad privada por el de propiedad revolucionaria y se arrogó el derecho a incautar fondos, animales, hombres, propiedades para sostener a las fuerzas que combatieron no sólo contra los godos de Fernando VII sino también, insólitamente, contra las fuerzas que enviaba el puerto para domar a ese caudillo insolente, poniendo en riesgo el proyecto independentista.
 
Su vida y en especial su muerte son emblemáticas de cómo nuestra oligarquía portuaria aliada con las provinciales, no tuvo nunca empacho en perseguir y finalmente destruir a todo aquel que atentase contra su conducción de los asuntos políticos y económicos que fundamentan su condición de clase dominante, en celosa y armada protección de sus privilegios cada vez que los sintió amenazados por la clase sometida. Aunque para ello hubiese que dejar de lado consideraciones patrióticas y aliarse con el enemigo, como fue la artera y eficaz emboscada de salteños y españoles conjurados para matar al gran jefe gaucho. Hecho que abierta o encubiertamente se repite hasta nuestros días, siendo ejemplo de ello el monstruoso e injustificado endeudamiento externo que hoy estrangula el desarrollo nacional e imposibilita el bienestar individual de la mayoría de argentinas y argentinos, solo posible por el acuerdo entre intereses antinacionales e imprescindibles socios interiores dispuestos a la traición.
 

Eliminado Güemes, la aristocracia salteña, dueña otra vez del poder, aliviada de volver a ver palas y no armas en manos de sus mineros y campesinos, feliz de ya no ser obligada a apoyar la emancipación, festejó su muerte e hizo desvergonzadamente pública su traición en el acta del Cabildo de Salta que ofrece la gobernación provincial al jefe español enemigo : "Fue (la ciudad de Salta) el siete del siguiente junio ocupada por las armas enemigas del mando del brigadier comandante general don Pedro Antonio de Olañeta que penetradas de la compasible situación en que se hallaban los ciudadanos entregados a la mano feroz del cruel Güemes, sorprendieron la plaza sin ser sentidas, logrando la ruina del tirano con su fallecimiento acaecido el diecisiete del mismo resultivo de una herida que recibió cuando más empapado se hallaba en ejecutar los horrores de su venganza (…)”. Firman apellidos de la más rancia aristocracia salteña: Saturnino Saravía, Baltasar de Usandivaras, Alejo Arias, Juan Francisco Valdez, Gaspar José de Solá, Dámaso de Uriburu, Mariano Antonio Echazú, Facundo de Zuviría, Francisco Fernández Maldonado y otros.
 
La Gazeta de Buenos Aires, en tiempos de Rivadavia, fue sincera en su odio: “Murió el abominable Güemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos con el favor de los comandantes Zerda, Zabala y Benítez, quienes se pasaron al enemigo. Ya tenemos un cacique menos”.
 
El perdón fue llegando con lentitud: su monumento no está emplazado en la plaza mayor de su amada provincia. El que hoy lo conmemora, bello por cierto, data recién de 1931, ciento diez años después de su muerte.
 
Es imperativo no insultar a la memoria del gran Güemes limitándolo al rol del “gaucho que defendió la frontera norte” con que lo coagula y pasteuriza la historia que nos cuentan sino reconocerle su identidad de jefe popular que dio su vida porque el país que nacía diese justicia y bienestar a las clases populares. No fue así.
 
 
 
 
♦ 
 ZAMBA Y LXS PATRIOTAS
 
 
 
♦ 
JORGE CAFRUNE
 
 
 
♦ 
LA GUERRA GAUCHA
 
 
 
 
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TODO INCENDIO ES ECONÓMICO POLÍTICO

CHUBUT RESISTE

TODO EL APOYO Y ABRAZO A LA LUCHA DEL PUEBLO DE CHUBUT

El pueblo de Chubut, decidió por su SOBERANIA:

Sus campesinos, artesanos, comerciantes, el pueblo todo, esta a favor de una vida armonica con la tierra y el agua, en defensa de la misma.

Han expresado en público con sus marchas, encuentros, reuniones, manifestaciones, su intención de defenderla, ejerciendo la soberania que otros vienen a mancillar, con proyectos ajenos al interés del Pueblo.

Proyectos que intentan envenenar las aguas, ocupar la tierra con emprendimientos inmobiliarios o para la megamineria y sus efectos destructivos sobre vidas y bienes de los habitantes.

Proyectos con brutal carga de racismo, que privilegian canchas de esquí a lo decidido soberanamente por el pueblo, intentando engañar al entero país vía su prensa mercenaria y una dirigencia que solo atiende a sus propios intereses.

POR TODO ESTO VAYA EL APOYO Y ABRAZO AL PUEBLO DE CHUBUT

¡VIVA EL PUEBLO DE CHUBUT HACIENDO PATRIA!

MENDOZA