No habrá rejas que puedan detener el aluvión zoológico. Frente a la ausencia de canales de expresión, y la uniforme mediocridad discursiva que exudan los medios hegemónicos de difusión masiva desde el triunfo del nuevo gobierno de Mauricio Macri, un viejo fenómeno hizo eclosión: el pueblo en la calle, en las plazas. Es viejo porque siempre la gente se expresó en los lugares públicos, sitios esenciales para la reunión y la discusión ciudadanas.
En la Antigua Grecia, el ágora (del griego ἀγορά, asamblea, de ἀγείρω, ‘reunir’) era la plaza de las ciudades-estado griegas, las polis. Era un espacio abierto, centro del comercio (mercado), de la cultura y la política de la vida social. El ágora (situada en la ciudad baja), poco a poco se impuso en importancia a la institución del palacio fortaleza (situado en la acrópolis) y fue el centro político urbano.
Ahora, en Argentina, los medios públicos han cerrado sus micrófonos a las voces disidentes, y los medios privados hacen el coro simpático para blindar al nuevo gobierno, distraer sobre la situación económico social, tapar la megadevaluación y el ajuste, disimular los errores gubernamentales.
Solo queda la plaza, la calle, para expresar a casi la mitad de la población que se ve condenada al silencio. El programa televisivo 678 que se emitió durante años por la Televisión Pública, es ahora símbolo de resistencia a la censura, es clamor por libertad de expresión y bandera de lucha por una democracia plena. ¿Por qué si nadie lo miraba (según los feroces detractores) despertó tanto odio? 678 fue un caso atípico que despertó controversias, amores y odios, críticas furibundas y defensas epopéyicas, por el solo hecho de tener una visón crítca sobre los poderes fácticos que gobiernan el mundo, las corporaciones, voraces alfiles del mundo capitalista.
Nosotros también hemos sido ignorados, marginados, silenciados por la Intelligentzia vernácula, por los cráneos urbanísticos amigos de lo ajeno. Desde este humilde blog, criticamos a los funcionarios corruptos, a las corporaciones inmobiliarias, a los jueces cómplices de la especulación y el latrocinio del espacio público. Está claro desde dónde hablamos y qué intereses defendemos; por eso somos ninguneados y estigmatizados. Como muchos, buscamos resquicios por donde expresarnos. Tenemos propuestas de desarrollo para la dignidad y la inclusión de millones de compatriotas. En suma, Somos 678, también.
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