domingo, 18 de noviembre de 2018

LOS NEGOCIOS DE EDUARDO Y EL HORACIO




A último momento, el viernes 16-11 por la tarde, los 700 trabajadores de los cuarenta locales que todavía siguen abiertos en el Design Center de Recoleta lograron no perder sus empleos. Hoy, el Grupo IRSA cerraba el lugar al vencerse la concesión, como había anunciado repentinamente el martes pasado. Negociaciones casi frenéticas lograron un cambio: la mayor empresa de shoppings del país se queda al frente hasta el 5 de diciembre, cuando le traspasa la administración provisoria del negocio a la Cámara Empresaria de Madereros y Afines, y a la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés. Este contrato puede durar un año o menos, si la Ciudad logra cerrar otra concesión antes.

El insólito parche de último momento es el resultado de casi tres años de negociaciones entre el grupo empresario que encabeza Eduardo Elzstain y un gobierno porteño que lo trata con guantes blancos. En 2015, IRSA trató de comprar el edificio, ya que el Design Center es una excepción en la constelación de shoppings del grupo porque es el único que alquila. Las fuertes protestas de ONG y vecinos impidieron el privilegio, con lo que siguieron meses de negociaciones para extender el contrato que vencía hoy. Es evidente que la firma no logró lo que quería y, como con despecho, comunicó con apenas seis días de antelación que se retiraba.

El Design Center fue inaugurado en 1993, después que los arquitectos Clorindo Testa, Juan Genoud, Giselle Graci y Eduardo Bompadre destruyeran buena parte del viejo asilo de ancianos que se alzó por más de un siglo en el lugar. Del complejo original, realizado en buen estilo francés y para fines del siglo xx en muy mal estado, surgieron el Centro Cultural Recoleta, la sede de la Unesco en Buenos Aires y el shopping en sí. Poco quedó de la arquitectura original fuera de la fachada principal, el largo muro de contención lateral sobre la plaza Intendente Alvear y la capilla del asilo. En reemplazo, se construyeron estructuras de hormigón a la vista muy comunes, con extraños ventanales triangulares fijos, interiores completamente arrasados y una paleta de colores que parecía una burla. El shopping avanzó considerablemente sobre el verde vecino, para crear una salida de autos y una terraza.

El emprendimiento original fue del Grupo Pérez Companc y del Banco Provincia, pero en 1997 IRSA entró en el mix comprando el primer 40 por ciento de la empresa, que pronto controló. La concesión del edificio para el shopping siempre tuvo ribetes bastante escandalosos. Un cambio de gestión en el Centro Cultural, por ejemplo, permitió descubrir en los años 90 que nadie había separado los medidores de electricidad de los dos edificios. La enorme cuenta de luz seguía llegando como si el asilo existiera y era pagada íntegramente por el gobierno porteño. El shopping disfrutó de luz gratis y al parecer nunca se le pasó por la cabeza pagar su parte. Lo mismo ocurrió con los alquileres denunciados repetidamente por legisladores y privados por ser llamativamente bajos para una empresa que ocupa 26.131 metros cuadrados. Algo más de la mitad, 13.903 metros, son los 62 locales y puestos que se alquilan, más 174 cocheras y un patio de comidas para 700 personas. El último canon mensual era de 400.000 pesos.


El Grupo IRSA es dueño de los shopping Alto Comahue, Alto Palermo, Abasto, Dot, Alcorta Patio Bullrich, Arcos Avellaneda, Soleil, Alto Rosario, Mendoza, Córdoba, Patio Olmos, Alto Noa y Ribera. La firma es además propietaria de edificios de oficinas, hoteles y la mayoría de las acciones de una importante filial en Israel, la IDBD, más un 49,0 por ciento del poder de voto del Real Estate Investment Trust estadounidense Condor Hospitality Trust. La familia Elzstain controla además la agropecuaria Cresud. Con orgullo, la empresa avisa en su propia página web que Inversiones y Representaciones Sociedad Anónima es la “mayor empresa argentina inversora en bienes raíces” y “la única empresa inmobiliaria argentina que cotiza sus acciones en la Bolsa de Comercio de Nueva York”.

La relación entre el Grupo IRSA y el macrismo es tan íntima que en las dos gestiones de Mauricio Macri y los dos años largos de Horacio Rodríguez Larreta el jefe de Gobierno porteño envió ocho veces proyectos de ley para que la empresa pudiera construir un shopping en los terrenos ferroviarios de Caballito, junto a la cancha de Ferro. La movilización de los vecinos del barrio, que exigen un parque y no más edificios, frenó los 8 proyectos, un verdadero record de insistencia por parte del gobierno de la Ciudad. La Legislatura porteña ya le dio media sanción a un proyecto que destina las rentas futuras del Design Center al Instituto de Vivienda de la Ciudad específicamente para la urbanización de villas, y no para Rentas Generales, como era hasta ahora.

Al anunciar el cierre, IRSA afirmó que cerraba un ciclo que había significado una “inversión” de cien millones de dólares en este shopping. Esa cifra incluye el precio de compra del paquete accionario del negocio, no solamente inversiones materiales o mejoras.

Shopping en soporte vital




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