LA BOMBONERA AHORA
El exlegislador de la Ciudad de Buenos Aires, Facundo Di Filippo, conocido por su defensa constante del espacio público, analiza los conflictos en Casa Amarilla, La Boca, el Riachuelo y otros sitios de Dios...
Los hechos de violencia vivido durante un debate en el Consejo Consultivo Comunal de la Comuna 4, donde matones ligados a la fuerza política que gobierna nuestra Ciudad Autónoma agredieron a integrantes de organizaciones sociales que se manifestaban contra la compra irregular de los terrenos de Casa Amarilla por parte del Club Boca Juniors, expone la decisión que hasta ahora se venía gestando en sombrías reuniones llevadas a cabo en organismos públicos y oficinas privadas: el mercado va por La Boca.
La Corporación Puerto Madero, organismo encargado del desarrollo urbano de los viejos dockes y sus adyacencias, administrado por la Ciudad y la Nación, y encargado de ejecutar el más fenomenal negocio inmobiliario jamás registrado en nuestro país, esta agotando su capacidad de gestión ya que no le queda más tierra por rematar. La expansión hacia el norte no resulta viable hoy (salvo en las tierras del nuevo Catalinas que se pondrán a la venta para financiar parte de la Autopista Ribereña), ya que requiere mayor complejidad por la necesidad de reubicar el puerto y la existencia del Barrio Padre Mugica (Villa 31). Entonces los popes privados y públicos decidieron avanzar sobre el sur de la Ciudad y apuntar sus estrategias a la cooptación del Barrio de la Boca.
La venta inconstitucional de los terrenos de Casa Amarilla al club de la Rivera es solo un paso más para la “reconversión” del humilde y pintoresco barrio del sur. Los grandes jugadores del mercado inmobiliario, quienes realmente planifican la ciudad, demandan tierra. El proyecto latente para esas parcelas no es el esgrimido públicamente (complejo social, cultural y deportivo) sino la construcción de un nuevo estadio para el club, con una fuerte impronta en áreas comerciales; o sea un Estadio-Shopping.
La mano del mercado también tuvo acompañamiento legislativo, que generó el marco necesario para garantizar inversiones. Hace algunos años, en medio de una seguidilla de grandes proyectos urbanos aprobados por el PRO en connivencia con el Kirchnerismo capitalino, tuvo aprobación legislativa el Distrito de las Artes, una suerte de política de fomento a la inversiones artística e inmobiliaria que generó exenciones impositivas, créditos preferenciales, ventajas en acceso a la ley de mecenazgo y demás zanahorias. En el ABC de la colonización inmobiliaria está el de incorporar zonas a través del arte.
La Usina de las Artes; el reciente Paseo de las Artes con sus 3.500 metros de comercios y esparcimiento; los 351 lofts y locales comerciales del Molina Ciudad; los 600 millones de pesos invertidos en el complejo comercial y de viviendas Puerto Pampa; versus la pretendida remoción del Asentamiento Pedro de Mendoza; los reiterados incendios en conventillos; el abandono al programa de conventillos estatales; el incumplimiento de la Ley de Emergencia Ambiental y Urbanística del barrio, el desfinanciamiento. Estos datos contextualizan la afirmación de que La Boca es la nueva niña mimada del mercado inmobiliario, y que expulsar a quien no la “merece” es una acción conjunta de empresarios, funcionarios públicos y dirigentes deportivos.
Como corolario se transparentan las políticas oficiales con respecto al Riachuelo, también interpeladas por el empresariado; se pretende un espejo de agua estéticamente adecuado al paladar inmobiliario más que un canal de navegación productivo. El viejo barrio fabril y obrero va camino a convertirse en el Brooklyn porteño.
Facundo Di Filippo
CON LINDOS COLORES LOS PLANOS DE LA APROPIACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO
POR PARTE DE BOCA JUNIORS
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