martes, 12 de septiembre de 2017

EL AGUA DE ARRIBA, EL AGUA DE ABAJO





Ocho millones de hectáreas inundadas en Buenos Aires, quienes colaboran con las inundaciones ahora piden ayuda del Estado. Los responsables de tan enorme desastre dicen que faltan obras de infraestructura...

◄ No dicen que la deforestación, para el cultivo intensivo de soja, por ejemplo, ha impermeabilizado los suelos de la Argentina

◄ Omiten una realidad patética: los humedales han sido reemplazados por barrios cerrados y countries

◄ Miles de árboles, montes nativos y bosques, han sido destruidos para que los terrenos sean aptos para la producción agropecuaria


Todo el cóctel explosivo confirma que el modelo extractivista capitalista nos condena a la autodestrucción...




Un informe de CARBAP (Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa) encendió las alarmas a principios de septiembre. El texto indicaba que había más de 8 millones de hectáreas afectadas por las inundaciones, una situación que se agravó -y mucho- con las lluvias de este fin de semana, con pérdidas millonarias y pueblos aislados por la subida del agua.

El relevamiento advertía también que el 25 por ciento de la producción agrícola estaba en riesgo. Según indicó el presidente de CARBAP, Matías De Velazco, con las últimas lluvias la actividad ganadera también se vio resentida en un 26 por ciento y es “muy probable que haya una caída en la oferta”, lo cual redundaría en un aumento del precio de la carne en el corto plazo.

Con media provincia debajo del agua, el reclamo del sector agropecuario se centró en la necesidad de concretar obras hídricas de dimensiones para canalizar el agua estancada en la zona centro-norte bonaerense. “La única solución son las obras hídricas, que van a llevar a años y van a atravesar gobiernos, y que encima no pueden comenzar hasta que baje el agua”, dijo el presidente de CARBAP. En el corto plazo, De Velazco exigió al Gobierno nacional que “agilice la burocracia de la ayuda para productores que perdieron todo”.

Según estiman en esta entidad, las pérdidas alcanzan unos 1.500 millones de dólares y “ya no se puede hablar de cosecha récord”, puesto que la siembra de trigo y cebada está prácticamente frenada. “El modelo de producción no tiene nada que ver con esto, hay gente que cree que los suelos absorben menos que antes y no es así, no es verdad”, señaló De Velazco, al ser consultado sobre las críticas que empiezan a surgir por el estado de los suelos en la provincia luego de 25 años de utilización en base al modelo de siembra directa, agroquímicos y monocultivo, principalmente de soja.

Sin embargo, para el director del Instituto de Suelos del INTA, Miguel Ángel Taboada, el problema que atraviesa la provincia de Buenos Aires no es de lluvias, sino de suelos.




○ “Hubo años en que llovió lo mismo o más, como el 2001, y no tenías media provincia inundada”... 

○ “Esencialmente, lo que sucedió en los últimos 25 años fue que desaparecieron 8 millones de hectáreas de pasturas y 5 millones de hectáreas de bosque, que consumían muchísima agua por año”... 

○ “Esas 13 millones de hectáreas fueron destinadas principalmente al monocultivo de soja –que no tiene nada de malo en sí como cultivo-, que consume la mitad o menos de agua y hace que el suelo tenga menos absorción”, dijo Taboada a Página/12.




Con las napas cargadas hasta el límite y un suelo compactado por la falta de rotación de cultivos, un período de lluvias como el de los últimos meses redunda invariablemente en inundaciones. 

Sostiene Taboada: “Es una cuenta de almacenero: lo que antes se absorbía, más allá de que tengas lluvias por encima de la media, ahora queda en la superficie y se desliza hacia las zonas más bajas, que son las que están inundadas”. A esto se le suma la situación en las cuencas altas, en Córdoba y San Luis, donde hubo un feroz desmonte con fines agrícolas y urbanísticos, que generó corrientes más densas de agua y sedimentos hacia la llanura.

Para director de Suelos del INTA “todo el mundo está pidiendo desesperadamente canales, pero en seis años vamos a tener una sequía, y la provincia de Buenos Aires está llena de canales, que ayudan, pero no alcanzan". "Es un problema de usos de suelo”, insistió.

Para el ambientalista Franco Segesso, ex coordinador de Agricultura de Greenpeace, estamos en un "momento bisagra". "Que haya un 25 por ciento de pérdida de la producción agrícola tiene que hacerlos reflexionar. ¿Hacen más obra pública o replantean el modelo de producción? Esa es la pregunta. La situación es crítica y va a ser peor si se continúa de esta manera"

Segesso asoció el "cortoplacismo" por el nivel de "presencia de grandes empresas en el propio Gobierno: Leandro Sarquis, ministro de Agroindustria de la provincia de Buenos Aires, fue gerente general de Semillas de Monsanto". "Estamos con media provincia inundada y un ministro de Monsanto, claramente no es una buena ecuación", indicó.

Por último, reclamó "políticas públicas que apoyen a los productores agroecológicos". "Esa alternativa no existe para el Gobierno y cada vez se hace más difícil. No hay presupuesto para trabajar en otro modelo, ¿tienen miedo de encontrar otra forma de producir que sea más eficiente, más amigable con el ambiente pero no tan lucrativa para las empresas del sector?".


Fuente:
x Franco Spinetta




Pampa, soja, inundaciones, 30 millones y el futuro agrario
x Mempo Giardinelli

La gran mayoría de los argentinos –los casi 30 millones que no vivimos en la CABA y conurbano– solemos escuchar a los dirigentes (de todos los sectores, frentes y partidos) hablar de, y referirse a, “la Argentina” cuando en realidad hablan de la capital de la república o de algún barrio.

Esta apropiación generalizante y con pretensión representativista del gentilicio nacional es un asunto siempre negado o minimizado, y es presumible que llevará tiempo y un gran esfuerzo educativo corregir. Pero mencionarlo es un modo de revelar el problema, que tiene que ver con nuestra vida y se expresa ahora mismo, cuando el desastre ambiental que padece el país –y no interesa a los actuales gobernantes– deviene drama para esos 30 millones.

Y es que cuando las cada vez más furiosas lluvias y tormentas tropicales hacen estragos en toda la históricamente llamada pampa húmeda, y apacibles campos y ciudades se inundan por meses y dejan consecuencias socioeconómicas devastadoras, es necio no reconocer que esa realidad está vinculada a la apropiación y manipulación del gentilicio nacional. Porque es la gallina de los huevos de oro lo que está muriendo, y eso, que es catastrófico para todos los argentinos, sigue en manos de corporaciones y terratenientes soberbios e ignorantes que en las capitales hablan del “campo” y de la Argentina como si fuera igual para todos.

○ En las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires hay estudios que demuestran, por ejemplo, que las napas freáticas que históricamente estaban a un promedio de 10 metros bajo la superficie, ahora están a entre uno y dos metros promedio. Y subiendo temporada tras temporada.

Los regímenes de lluvias y tormentas costeras han cambiado dramáticamente frente a pasividades bien argentinas llamadas imprevisión, cero mantenimiento, modificaciones estúpidas como “ganarles terreno” a los ríos, y fundamental y principalmente la deforestación. Sobre todo este último factor, por la sencilla razón de que donde hay árboles y plantas el ecosistema equilibra el consumo sano de agua. Y donde no los hay sucede lo contrario: o se desertifica o por efecto palangana el agua se junta y produce inundaciones.

Mientras ellos y sus medios les echan la culpa a fenómenos como “El Niño” y al Océano Pacífico, las consecuencias están a la vista y son tremendas: en el último año comunidades pujantes como Rafaela, La Carlota o Pergamino –por citar ejemplos de las tres provincias históricamente graníferas– han sufrido inundaciones y daños sin remedio inmediato. Cuadros similares se repiten en cientos de pueblos y ciudades de Santiago del Estero, Chaco, Corrientes, Entre Ríos. Casi medio país (el 90 por ciento del agropecuariamente más productivo) está hoy en emergencia y, lo que es peor, sin perspectivas de cambio, sin planes ambientales de recuperación y para colmo en manos de cajetillas agrarios.

La causa de todo esto es variada, añosa y compleja, pero tiene un responsable principal que en las últimas dos décadas ha producido el más grande daño ambiental padecido jamás por nuestro país: el cultivo desenfrenado e irracional de la soja. Grano que engorda a la derecha neoliberal y a una oligarquía ciega que, desde la Sociedad Rural y otros grupos, tampoco se da cuenta de que está escupiendo su propio asado. Y tragedia que alcanza a la pequeña y mediana burguesía agraria entregada a sus dictados por sumisión o ignorancia.

Mientras seguimos sin escuchar autocríticas sobre el resultado electoral de 2015, de un lado, y del otro sólo vemos estúpidas alegrías, se profundiza esta grieta tremenda de la que casi no se habla: la Argentina está en emergencia gravísima en materia de tierras, de aguas, del llamado “campo” y de la supervivencia como nación. La ceguera contumaz de las dirigencias –de todos los sectores– sigue sin atender, ni entender, la cuestión central de un país cuyo inmenso territorio e histórica riqueza potencial está en punto de desastre.

Quizá estemos a tiempo todavía para recuperar el territorio con que la pródiga naturaleza privilegió a este país. Pero seguro no será posible sin una política agropecuaria estratégica y con sentido nacional, planificación seria y acuerdos patrióticos que razonadamente organicen la producción, el consumo y las exportaciones. Suele decir Pedro Peretti, ex dirigente de la FAA y máximo referente agropecuario de El Manifiesto Argentino: “No se puede gobernar sin una política agropecuaria propia, dejando que las grandes corporaciones y los megaproductores la ejecuten a su antojo en nombre del mercado”.

○ No hay otro camino que el que ningún sector político se atreve siquiera a mencionar: el indispensable, urgente y definitivo freno al maltrato de la tierra por parte de los propios terratenientes y de sus organizaciones gremiales por un lado, y por el otro la aplicación de una política impositiva fuerte que grave el latifundio y organice sistemas de producción que antepongan los intereses de la nación a los de las corporaciones de exportadores. Esto es, un nuevo modelo productivo que respete y proteja a las unidades agrarias según su tamaño y su capacidad de producir alimentos tanto para el consumo interno como para la exportación.

No discutir una política agraria en un país agrario que está en semejante emergencia, es, por lo menos, imbécil. Y ése es el gran triunfo cultural de la oligarquía terrateniente que, como ya se ha señalado en esta columna, se expresa en el silencio de los mentimedios, sus tinterillos y cacatúas que le marcan la agenda al presidente: el debate agrario no existe en la Argentina. Bien dice Peretti que “el gran logro político-cultural de la derecha argentina radica en que el uso y tenencia de la tierra, la sojización, el impuesto al latifundio, el sujeto agrario, las políticas públicas diferenciadas, la segmentación, las deforestaciones, las migraciones y etcéteras ni siquiera se nombran”.

Las declaraciones del ministro Buryaile en La Nación dejan en claro que este gobierno viene a concentrar la tierra aún más y no va a proteger a los chacareros ni va a frenar los desmontes. En su propia provincia, Formosa, avanzan desiertos donde hubo bosques de maderas preciosas, diversidad ambiental y comunidades originarias hoy tratadas como maldición.




NUESTRA OPINIÓN:

ASI ES COMO SE RESUELVEN LOS GRANDES PROBLEMAS...

En las últimas horas Monsanto, a través de su vocero oficial Barañao, anunciaría la solución final para el problema de la cuenca lechera, hoy inundada, al igual que varias provincias, producto, según detractores del actual modelo de producción, de la extraña combinación de...

○ DEFORESTACIÓN + SOJA + GLIFOSATO + MONSANTO

Burdas patrañas al decir del eminente científico Barañao...

Y frente a la acción despiadada de quienes sostienen que estos son los pilares de las actuales inundaciones, como trata de explicar vanamente el presente artículo de más arriba, estamos en condiciones de afirmar que:

Monsanto habría desarrollado vacas binorma, que pueden adaptarse a medios acuáticos, con branquias incluidas, el tema central a resolver ha sido el ordeñe de dichas mamíferas, aunque se está en vias de solución:

Escuadrones de buzos tácticos de la Gendarmeria proveerían al efecto, si bien las primeros ensayos no han sido exitosos, toda vez que la Gendarmeria, en acción con las vacas, produjo su desaparición forzada en forma inmediata y no su ordeñe.



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